#107. Cómo actuar ante un ataque epiléptico.
Solemos relacionar la epilepsia con “convulsionar”.
Pero este es solo uno de los muchos síntomas de una condición sobre la que aún existen mitos y dudas, a pesar de su alta frecuencia y discapacidad.
La epilepsia en realidad son un grupo de enfermedades cuya manifestación común es la crisis epiléptica, una urgencia neurológica que se puede controlar.
En el artículo de hoy te explico qué es la epilepsia, para que aprendas a reconocer sus síntomas y, lo que es aún más importante: te cuento cómo debes actuar si llegas a presenciar una crisis epiléptica.
Vamos a ello.

¿Qué es la epilepsia?
Las neuronas, las células del sistema nervioso especializadas en el procesamiento y transmisión de la información, se comunican entre sí mediante impulsos eléctricos que ocasionan cambios químicos (iónicos) en sus membranas, la fina pared que las envuleve.
Pero las que están localizadas la capa más superficial del cerebro (la llamada corteza cerebral), a veces se pueden activar descontroladamente debido a descargas anormales y momentáneas que afectan a su correcto funcionamiento: así se inician las crisis epilépticas.
Al conjunto de enfermedades generalmente crónicas que predisponen a la generación recurrente de crisis epilépticas las agrupamos bajo el concepto de epilepsia, y sus causas son muy diversas: desde infecciones, traumatismos, ictus, patologías neurodegenerativas o hasta por factores genéticos.
Sin embargo, con un diagnóstico y tratamiento adecuados, hasta el 70% de las personas con epilepsia pueden tener una vida libre de crisis.

Existen muchos tipos de crisis epilépticas.
Podemos imaginar las crisis epilépticas como “tormentas eléctricas” transitorias que alteran el funcionamiento neuronal y se expresan con síntomas variables según la región del cerebro en la que se originen. Hay dos grandes grupos: focales y generalizadas.
Crisis epilépticas focales.
Son las que involucran a una región específica del cerebro, por lo que sus síntomas afectan a zonas aisladas del cuerpo y a veces son tan sutiles que pueden pasar desapercibidas. A su vez hay dos subtipos:
1. Crisis focales sin alteración de la consciencia: la persona está consciente durante el episodio y experimenta síntomas como “hormigueo” en alguna extremidad o en un lado del cuerpo, “sacudidas” o “rigidez” involuntarios en brazos o piernas o dificultades en el lenguaje. Estas crisis se preceden con frecuencia de síntomas sensoriales como visión de luces brillantes y audición de sonidos extraños o psíquicos como sensación de déjà vu.
2. Crisis focales con alteración de la consciencia: los síntomas son similares a las anteriores pero en este caso se acompañan de pérdida parcial o completa de consciencia. Cuando la crisis cede la persona puede estar confusa y desorientada.

Crisis epilépticas generalizadas.
Es el tipo de crisis epiléptica que a todos se nos viene a la cabeza cuando pensamos en una crisis epiléptica "típica". Involucran prácticamente a todo el cerebro, afectando simultáneamente a ambos hemisferios cerebrales comprometiendo así a su completo funcionamiento.
Los síntomas afectan a todo el cuerpo y son muy notorios: la persona suele perder la consciencia de forma brusca asociando movimientos involuntarios de gran amplitud durante unos 2-4 minutos, quedando confusa tras el evento. Te cuento los subtipos más comunes:
1. Crisis tónico-clónicas: son las crisis epilépticas más conocidas, y por lo general, más temidas por pacientes y observadores. Comienzan con una fase de pérdida de la consciencia, rigidez muscular generalizada y caída al suelo que se continúa con la fase “convulsiva” de “espasmos” bruscos y repetitivos en tronco y extremidades.
2. Crisis mioclónicas: la pérdida de consciencia no es común en este tipo de crisis, que se manifiestan con sacudidas musculares involuntarias, violentas y simétricas.
3. Crisis atónicas: se caracterizan por una pérdida completa y repentina del tono muscular, de forma que el paciente puede caer al suelo sin posibilidad de levantarse. Su principal complicación es el golpe secundario a la propia caída.
4. Crisis de ausencia: son algo diferentes a las anteriores: se ven con más frecuencia en niños y se expresan con una pérdida súbita y breve de consciencia, de forma que el paciente parece “desconectado” y con la “mirada perdida”, interrumpiendo durante unos instantes la actividad que estaba realizando. Muchas veces pasan desapercibidas pero si son frecuentes pueden comprometer el rendimiento académico.
Así debes actuar ante una crisis epiléptica.
Presenciar una crisis epiléptica puede ser una experiencia angustiante sobre todo si es la primera vez o afecta a un ser querido, pero siguiendo estas pautas podrás tenerla bajo control hasta que finalice y garantizarás la seguridad del paciente: