#97. Lo que tu microbiota dice de tus neuronas: el eje intestino-cerebro.
Durante mucho tiempo hemos creído que el cerebro funciona de manera casi independiente al resto del cuerpo.
Que es como el comandante, que él manda, el cuerpo obedece.
Pero la ciencia ha descubierto algo sorprendente hace poco: nuestro intestino y nuestro cerebro mantienen una comunicación tan estrecha que lo que le ocurre a uno influye en el otro.
A esta relación se la conoce como eje intestino-cerebro.
Lejos de ser una simple curiosidad, se piensa que esta conexión podría intervenir en el desarrollo y la progresión de enfermedades crónicas como la migraña y neurodegenerativas como la esclerosis múltiple, o las enfermedad de Alzheimer y el Parkinson.
Y lo que es quizás más importante: nuestros hábitos de vida repercuten directamente en esta relación.
Veamos de qué se trata.

El eje intestino-cerebro.
También conocido como eje microbiota-intestino-cerebro, es un complejo sistema de comunicación bidireccional entre el aparato digestivo y el sistema nervioso central.
Podemos imaginarlo como una autopista de doble sentido, por la que viajan diferentes tipos de señales y en la que la microbiota, la población de microorganismos que habitan simbióticamente en nuestro intestino, ejerce un importante papel regulador. Los actores implicados son los siguientes:
- La microbiota intestinal: aunque pueda sonar extraño, el conjunto de bacterias, virus y hongos residentes en nuestro intestino son aliados indispensables para funciones como la digestión, la defensa contra patógenos o la metabolización de nutrientes.
Nos ayudan, entre otros modos, sintetizando y regulando ácidos grasos de cadera corta y neurotransmisores como la serotonina, la dopamina o el GABA (ácido gamma-aminobutírico), que son moléculas necesarias para la neuroprotección y la comunicación neuronal. De hecho, se calcula que más del 80% de la serotonina circulante se fabrica en el intestino, de ahí que popularmente se le denomine como el “segundo cerebro”.
- El nervio neumogástrico o vago: es el “cable” que conecta directamente el cerebro con el intestino permitiendo su comunicación instantánea para dirigir procesos como la motilidad intestinal o la secreción enzimática mediante impulsos eléctricos por el sistema nervioso parasimpático.

- El sistema inmunitario: en el intestino se concentra una parte muy importante del sistema inmunitario del organismo que se encarga de producir citocinas, mensajeros químicos cuya hiperactivación bajo determinadas circunstancias puede conducir a un estado de neuroinflamación crónica.
- El sistema endocrino: hormonas como el cortisol, la colecistoquinina o la grelina también participan en la conexión entre el intestino y el cerebro regulando la respuesta al estrés, la digestión de lípidos o el apetito.
¿Qué ocurre cuando se altera el eje intestino-cerebro?
El desequilibrio ocasionado por factores externos o internos sobre los sistemas mencionados puede precipitar mecanismos que nos hacen enfermar: alteración de la microbiota intestinal (disbiosis), envío de señales eléctricas anómalas a través del nervio vago, hiperactivación del sistema inmunitario en el cerebro generando neuroinflamación crónica, predisposición a infecciones por disrupción de la barrera inmunitaria intestinal y desregulación del sistema hormonal.
Cómo afecta a tu cerebro.
A pesar de sus avances, la ciencia aún no es capaz de explicar con detalle la causa de muchas enfermedades neurológicas. Y es que las interacciones son tan complejas, involucrando factores genéticos y ambientales que aún desconocemos, que es difícil aclararlo totalmente. Ahora bien, lo que sí que tenemos claro es que el desequilibrio del eje intestino-cerebro desempeña un rol determinante. Vamos a verlo: