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#83. Aire acondicionado vs. ventilador. ¿Cuál es mejor para tu salud?

Las 3 am de la madrugada. Las sábanas se te pegan como papel film,

y tu cerebro discute si poner el ventilador a toda pastilla o enchufar el aire acondicionado hasta que el cuarto parezca un frigorífico.

Para tu salud, ¿quién gana la batalla?

Y, sobre todo, ¿cómo evitar que el remedio sea peor que el propio calor?

Spoiler: ambos aparatos pueden ser fantásticos o traicioneros según se usen. Pero no te asustes, estamos aquí para ayudarte. En las próximas líneas aprenderás:
  1. Qué peligros comparten y por qué duelen tu garganta, tu piel y… tu bolsillo.
  2. Una tabla comparativa para que veas de un vistazo en qué se diferencian.
  3. Cómo emplearlos con ciencia para estar fresco sin resecarte ni arruinarte.

En menos de diez minutos tendrás un plan para dormir como un lirón aunque el termómetro se ponga en “modo demonio”.

Vamos a ello. 😎🌙

El principal problema común del ventilador y del aire acondicionado es la deshidratación.

Tanto el ventilador como el aire acondicionado generan una corriente de aire que, cuando nos da durante toda la noche, nos provoca deshidratación. Además, en verano y en meses calurosos, ya sudamos mucho durante el día, lo que agrava este problema: el flujo de aire constante reseca las mucosas de tu nariz y tu garganta, así como tus ojos y tu piel.

¿Te ha pasado despertar con la boca como un zapato o con los ojos irritados? No es coincidencia. Al evaporar más rápidamente las lágrimas y la saliva, el ventilador y el aire dejan tus vías respiratorias secas, y las células encargadas de “barrer” el moco con microorganismos y tóxicos no pueden trabajar adecuadamente. Esto aumenta la probabilidad de que pasen al interior de tu vía respiratoria… y ya tienes aquí tu catarro de verano.

Un informe de la Cochrane señaló que el uso de ventiladores o aire acondicionado en días de altas temperaturas requiere un mayor consumo de agua para compensar la deshidratación que producen. En pocas palabras, el ventilador y el aire te secan por fuera y por dentro, haciéndote más vulnerable si no haces algo para solucionarlo. Por eso, sé consciente e hidrátate.

Además, una brisa intensa apuntando directo a tu cuerpo puede jugar en contra de tus músculos. Muchos hemos experimentado esa contractura traicionera en el cuello o ese dolorcito en la espalda tras dormir con el ventilador o el aire dándonos de lleno de manera constante ¿por qué es esto?

Se debe a que el frío continuó provoca vasoconstricción local, es decir, tus vasos sanguíneos se contraen y llega menos sangre a los músculos, que no se mueven adecuadamente y se quedan “contraídos”. Por eso, si mantienes una postura estática toda la noche bajo ese chorro, podrías amanecer más tieso que un robot, el músculo se ha quedado “frío” y a ti te toca buscar el número de tu fisio de confianza.

Y por último, el punto más “estresante”: el chorro del aire o del ventilador directo mientras duermes genera un estrés para tu cuerpo. Un estudio japonés observó que un flujo de aire frío dirigido hacia personas dormidas provocó microdespertares, aumentos de frecuencia cardíaca y más movimientos corporales durante la noche.

Es decir, aunque tú te sientas cómodo, tu sistema nervioso puede estar reaccionando al soplo helado alterando la profundidad de tu sueño, le estás generando una alerta constante, ¡tu biología evolutiva no entiende un chorro fijo que te golpea en el mismo lugar durante horas! Si has notado que con el aire acondicionado te levantas habiendo descansado peor o, directamente, te despiertas durante la noche, quizás el culpable no sea el ruido ni la luz, sino ese aire frío besando tu piel sin permiso evolutivo.

Pero esto no acaba aquí.

Hay peligros e inconvenientes propios de cada uno.

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