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#2. Café y Salud: un binomio sorprendente

Lo confieso: me encanta el café. Soy de esos que hasta que no lo huelen por la mañana no sienten que se están despertando y agudizando sus sentidos. Soy de ese odioso tipo de personas que llegan cinco minutos antes a trabajar, solo para llegar conseguir un café antes de la sesión clínica. Es así, me flipa. 

Y es que no lo entiendo, no logro comprender por qué algo que me gusta tanto y que al fin y al cabo es algo ajeno a nuestro cuerpo, que no tiene siquiera calorías, nos sienta tan bien.

Porque sí, los estudios parecen apuntar a que los consumidores de café enferman menos de corazón y viven más años. A priori parece extraño, pero me encanta. Ven conmigo a comprender el porqué.

Café. ¿Qué es?

Vamos a ver. La bebida que conocemos como café no es más que una infusión de agua caliente con granos de café (que en realidad son las semillas de los frutos de la planta del café) tostados y molidos. En función de la variedad e intensidad del tueste se consiguen diferentes sabores y aromas.

Lo primero que hemos de entender es que café no es sinónimo de cafeína. El café es una bebida compleja, no solo en cultura e historia, sino en composición química. El café contiene diversos compuestos bioactivos para nuestro cuerpo. 

¿Qué contiene entonces?

Entre sus componentes, destacan:

  • Cafeína. Es el componente más conocido del café. Es un alcaloide vegetal, una metilxantina, con diversos efectos en el organismo, principalmente estimulantes. 
  • Ácidos clorogénicos. Son un grupo de compuestos antioxidantes que presentan diversos efectos en la salud. 
  • Diterpenos. Incluyen sustancias como el cafestrol y kahweol, que se encuentran en cantidades más altas en el café sin filtrar y pueden influir en los niveles de colesterol.
  • Trigonelina. Es un alcaloide que se descompone durante el tostado en compuestos como niacina (vitamina B3) y piridinas, que contribuyen al aroma y sabor del café.
  • Ácidos Fenólicos. Son compuestos con propiedades antioxidantes que aportan sabor al café.
  • Melanoidinas. Son pigmentos formados durante el tostado que tienen propiedades antioxidantes y antimicrobianas.
  • Carbohidratos. El café también presenta una pequeñísima cantidad de azúcares, que se forman durante el tostado y que contribuyen al sabor dulce y al cuerpo del café. Es una cantidad tan pequeña, y que aporta tan pocas calorías que habitualmente es despreciable y se considera al café (solo) una bebida acalórica.
  • Minerales. Como el magnesio y el potasio.

¿Qué pasa cuando tomas café? ¿Es cierto que te activa?

Sí. El café es una bebida estimulante, principalmente debido a la cafeína que contiene. Al tomar café, ésta se absorbe y alcanza su concentración máxima en tu cuerpo a los 60 minutos y su efecto se prolonga entre 3 y 7 horas tras su ingesta. Se distribuye por todo tu cuerpo y es capaz de alcanzar y hacer efecto en prácticamente todos tus tejidos y órganos.

Y es que la cafeína actúa como antagonista de los receptores de adenosina de tu cerebro, lo que resulta en un aumento de la actividad neuronal y la liberación de algunos neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina. Esto se traduce en una mayor alerta, atención y concentración, así como en una sensación de energía renovada.

En el sistema digestivo, el café estimula la motilidad gastrointestinal (me abstengo de citar el famoso dicho español) y aumenta la secreción de ácido gástrico, lo que también podría explicar por qué algunas personas experimentan malestar estomacal o acidez después de su consumo. A nivel renal, la cafeína tiene propiedades diuréticas, aumentando la producción de orina.

Tu corazón y tus vasos sanguíneos también son sensibles a la cafeína. Del mismo modo que en tu cerebro, inhibe la acción de los receptores de adenosina, pero también antagoniza la enzima fosfodiesterasa y potencia ligeramente la acción del sistema nervioso simpático (fuente, fuente). Ello tiene un efecto neto, y es que el consumo agudo de café provoca un incremento transitorio en la presión arterial (de unos 10 mmHg) y la frecuencia cardíaca. Estos efectos son más notorios en individuos que no consumen café regularmente y tienden a disminuir con el consumo habitual. 

Efecto en la presión arterial sistólica (A) y en la frecuencia cardiaca (B) del consumo de café, a los minutos de la ingesta. Fuente: Daniels JW et al. J Appl Physiol. 1998 Jul;85(1):154-9. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/9655769/

Pero claro, si un aumento de la presión arterial y de la frecuencia cardiaca son condiciones que solemos englobar dentro de los factores de riesgo cardiovascular, cabe preguntarse entonces si estos efectos dañan o suponen un perjuicio a largo plazo. Porque no nos engañemos, lo parecen. Y de hecho, son los culpables de la “mala fama” que el café ha cosechado desde el punto de vista cardiovascular.

¿Entonces es perjudicial? Evidencias acerca de su consumo en la salud a largo plazo 

Pues bien, aquí viene lo bueno.

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