#93. Cómo volver a la rutina sin estrés (según la ciencia).
Hace apenas unas semanas que has vuelto a la rutina, y ya ni te acuerdas de lo que era pasear sin mirar el reloj, despertarte sin alarma por la luz que se cuela por la persiana, o sentarte delante de tus amigos sin prisa, estando presente y disfrutando.
¡La vida es esto!, pensaste, y, sin embargo, en pocos días se va desdibujando esta idea a ritmo de tareas, prisas y responsabilidades. Es más, empiezas a ponerte ansioso, desganarte, frustrarte…
No te alarmes. En este artículo quiero ayudarte a recuperar la paz interior que lograste en vacaciones. Me gustaría compartir contigo unas claves muy sencillas para que retomes la vida laboral y la rutina sin dejar de lado tu vida: la calma, la conexión con los demás y con la naturaleza, y, por supuesto, contigo mismo.
Con ayuda de profesionales y de la ciencia, vamos a traer de vuelta la felicidad que las olas del mar, la montaña, o el pueblo, te regalaron este verano.

1. El síndrome post-vacacional: el impacto del cambio de ritmo.
Volver a la rutina es un gran desafío para nuestra mente. De hecho, muchas personas empiezan a sentir irritabilidad, cansancio, ansiedad y desmotivación al poco de volver de vacaciones. Este fenómeno se le llama síndrome postvacacional y no es otra cosa que nuestro organismo adaptándose al nuevo ritmo de vida mucho más exigente y demandante.
Nuestro organismo necesita tiempo para reajustar sus ritmos biológicos y psicológicos al nuevo contexto. Entenderlo nos permite ser más compasivos con nosotros mismos y evitar la autoexigencia excesiva.
Aunque el síndrome postvacacional suele remitir a las pocas semanas, lo que nos interesa es aprender a vivir con algo de verano en las venas. O sea, que, superado el síndrome postvacacional, no caigamos en la trampa del “piloto automático” y del estrés que nos desconecta de nosotros mismos.
Porque volver a la rutina no tiene por qué ser sinónimo de tensión: puede ser, si lo elegimos, una oportunidad para construir una vida más consciente.
2. El peligro del “Modo Automático”
Suena el despertador, y empiezas a revisar el correo desde el móvil, te preparas café y alternas sorbo y tareas una detrás de otra, e incluso varias a la vez. Antes de darte cuenta, se ha pasado la mañana y apenas te has movido del sitio al que saltaste desde la cama (si teletrabajas) o de la butaca de tu despacho, si te ha tocado ir a la ofi.
Cuando acaba la jornada, no te has dado cuenta del día porque el día es lo que ha pasado mientras tú apagabas fuegos laborales y familiares. Si esto se parece a tu día a día, podemos decir que eres uno de los tantos que has entrado en piloto automático.
Es decir: no has sentido el día, has pasado por encima de él. Vivir así genera la sensación de que todo es una obligación, lo que hace que crezca tu estrés y disminuya tu percepción de bienestar.

Kabat-Zinn, creador del programa Mindfuness-Based Stress Reduction (MBSR), planteaba que el antídoto al piloto automático es la atención plena: cultivar la capacidad de estar presentes en lo que hacemos, incluso en lo cotidiano. La evidencia científica respalda esta práctica.
Algo tan sencillo como prestar atención a la respiración, comer con calma o dedicar unos minutos al silencio puede marcar la diferencia entre vivir en piloto automático o recuperar una sensación de control y sentido. Algunos estudios han encontrado que esto realmente puede aportar beneficio.
No se trata de cambiar de trabajo o reinventar la vida entera, sino de elegir conscientemente cómo habitamos nuestra rutina. Al hacerlo, reducimos la probabilidad de que el estrés vuelva a “comerse” nuestro día.
3. Microdecisiones conscientes con gran impacto en tu salud mental
La diferencia entre tener un buen día y tener uno malo depende, muchas veces, de pequeñas decisiones que tomamos a diario. Estas decisiones serán las responsables de que cuando llegue la hora de irnos a dormir, sintamos una sensación de paz interior, o, por el contrario, nos sintamos ansiosos, tristes, o intranquilos.
Claro que hay cosas que no podemos dejar de hacer, como ir a trabajar, atender a nuestra familia, etc., pero hay otras que, sabiendo que nos hacen bien, las desoímos y no las incorporamos a nuestra rutina. Quizás por un olvido de mí mismo, o porque nos hemos acostumbrado a dar prioridad al trabajo o a las tareas antes que a mi propio bienestar. Es aquí donde está el quid de la cuestión.
Te propongo vivir priorizando la vida que te hace bien. Y sí, para ello no nos queda otra que vivir conectados con nosotros mismos. Lo que viene siendo eso de la atención plena y vivir en el presente. Todas aquellas claves que la filosofía budista ha aportado a la ciencia de la salud mental y que hoy te invito a tener en cuenta.
A continuación, te doy algunas de las claves que tienen un mayor impacto en la mejora del bienestar psicológico de las personas. Te animo a probarlas y, también, a descubrir otras que, aunque aquí no estén reflejadas, sabes que para ti son buenas. Esas micro-decisiones que te van a permitir seguir con la paz que alcanzaste en vacaciones.