#19. Así te puede favorecer el Sol.
Es uno de los pilares fundamentales de tu salud y no lo sabíamos.
Y es que hemos crecido y evolucionado bajo su energía.
El Sol nos ha brindado la posibilidad de existir. Sin embargo, nos hemos alejado del mismo.
Y esto, que parece algo anecdótico, es en realidad devastador para nuestra salud.
Acompáñame, que te explico por qué.
Sobre ritmos anda el juego… de la vida.
Todo ser vivo que habita nuestro planeta, incluido tú, está gobernado por una serie de leyes biológicas grabadas a fuego en sus genes. Algunas de ellas, a las que se somete hasta la más pequeña de tus células, son los ritmos circadianos: oscilaciones regulares de las condiciones biológicas o ambientales en ciclos de 24 horas, que rigen nuestro funcionamiento.
Así, nuestra fisiología se ha adaptado a estos ciclos y se ha organizado, distribuyendo qué horas del día debemos dedicar a descansar y cuales destinamos a la actividad, trabajando, comiendo o relacionándonos con nuestro entorno.
¿Imaginas cuál es el principal responsable de que tu cuerpo sepa a qué debe dedicar su esfuerzo en cada momento? Exacto, es la luz.
Y es que hasta hace no tantos años, que fuese de día o de noche era clave. Durante el día podíamos funcionar, y por la noche, poco más que descansar. Sin embargo, hoy, que sea de día o de noche es casi una anécdota. El espectro de luz que atraviesa nuestra retina está cada vez más difuminado, menos diferenciado. En este mundo, la luz artificial domina. Y no solo porque nuestras ciudades y casas tengan luz continuamente. Es que incluso en nuestras habitaciones oscuras seguimos recibiendo luz procedente del móvil, tablet, televisión, ordenador… Y eso no te conviene.
Sincronización.
Para cada una de tus células, la sincronización con un entorno cíclico es clave. Y uno de los grandes sincronizadores es precisamente la luz natural. Esta le “chiva” a nuestras células qué hora es. Esta sincronización interna permite que al despertar se liberen multitud de hormonas que nos ayudan a empezar el día como el cortisol, a la hora de comer nuestro cuerpo esté preparado para llevar a cabo el proceso de la digestión y por la noche tomen el mando hormonas como la melatonina que nos preparan para el sueño. Sin esta sincronización, todo es caótico.
Y aunque antes he dicho que el principal sincronizador es la luz, ahora le voy a poner un apellido: nuestro principal sincronizador es, o debería ser, la luz solar.
Espectro luz solar.
Mira, la luz es una onda, y como tal tiene más o menos esta forma:
Definimos longitud de onda a la distancia entre dos picos. El número de veces que ocurre una oscilación por completa en un segundo, es lo que denominamos frecuencia. A mayor longitud de onda, menor frecuencia y viceversa.
Cuando llueve y hace sol, el agua descompone la luz solar en los siete colores del arco iris, y lo que hace que percibamos esos colores de forma diferente es la longitud de onda de cada uno de ellos:
• Rojo, cuya longitud de onda varía entre 620-750 nm (nanómetros).
• Naranja: 590-620 nm.
• Amarillo: 570-590 nm.
• Verde: 495-570 nm.
• Azul: 450-495 nm.
• Añil: 425-450 nm.
• Violeta: 380-450 nm.
Puede ser que también te suenen términos como “infrarrojo” y “ultravioleta”. Como te podrás imaginar, son ondas con frecuencias por debajo del rojo y por encima del violeta, respectivamente.
En líneas generales, las longitudes de onda en el rango del violeta, añil y azul se consideran de alta energía y, el resto, de baja energía.
Según la hora del día, en la luz del sol predominan unas frecuencias sobre otras. En resumen, durante la mañana temprano y el atardecer, predominan las longitudes de onda más largas, de baja energía (infrarrojas, rojas y anaranjadas), mientras que durante el mediodía, las longitudes de onda más cortas y de alta energía (azules, violetas y ultravioletas) son las principales.
Y así, en un ambiente natural, durante las horas principales de luz solar hay predomina la luz de alta energía, y al amanecer, atardecer y sobre todo durante la noche, la de baja energía o la oscuridad. Sin embargo, hemos iluminado artificialmente nuestras ciudades y casas, y ahora ya no hay tanta diferencia entre el día y la noche. Nuestros sentidos están confundidos.
Esto no solo va de tu reloj central.
Las mitocondrias son una parte fundamental de nuestras células. Son en realidad las "centrales energéticas" de la célula, pues generan adenosín trifosfato (ATP), principal fuente de energía de nuestras células. Gracias a ello, contraes tus músculos, bombea tu corazón, o almacenas recuerdos.
Y te cuento esto porque, para que las mitocondrias cumplan con su tarea de forma adecuada, es imprescindible la luz del sol, sobre todo la parte del espectro con menor energía (luz roja e infrarroja). La exposición a la luz solar activa una enzima denominada citocromo C oxidasa de las mitocondrias, lo que mejora la producción de ATP y protege a la mitocondria del daño causado por los radicales libres. Este proceso es crucial para el mantenimiento de la salud mitocondrial y, por ende, para el funcionamiento energético adecuado del cuerpo.