#105. Cuidar así tus oídos mantiene joven tu cerebro
Cuidar tu salud auditiva no es solo para tus oídos.
Hasta hace poco no sabíamos esto, pero tu cerebro necesita a tus oídos para estar conectado… y para mantenerse sano.
Pues cuando el oído falla, trabaja sin descanso para rellenar ese hueco, esa desconexión que le supone.
Lo mejor es que la pérdida de audición es modificablepuedes prevenirla, y tratarla.
Te cuento cómo. Acompáñame.

La salud auditiva es fundamental para el bienestar general… y para el cerebral en particular. A menudo, prestamos atención al estado de nuestros pulmones, corazón o huesos, pero olvidamos que el cerebro también necesita protección.
Grábate este mensaje:
“Escuchar bien significa estar conectado”.
Es vincularte con tu entorno, con las personas que quieres y con el mundo que te rodea. La audición no solo transmite información al cerebro, también sostiene tus relaciones sociales, tu bienestar emocional y hasta tu equilibrio cognitivo.
La evidencia actual sitúa la pérdida de audición (hipoacusia, en términos médicos) como un factor modificable de demencia, y sabemos que tratarla (junto con hábitos saludables), mejora tu cognición y tu salud cerebral.
En este artículo te cuento la conexión entre la audición y la salud cerebral, que es fundamental, y te ofreceré consejos prácticos para cuidar tu oído, y por ende…tu cerebro.
Vamos a por ello!
¿Cómo funciona el oído?
Cuando, en medicina, nos explicaban cómo funcionan los sentidos humanos, yo flipaba. Te aseguro que todos son como “magia”. Pero francamente, la audición es que es uno de los más sorprendentes. A través de una serie de pasos fisiológicos, en los que intervienen huesos y articulaciones de precisión submilimétrica, extensiones celulares, líquidos viscosos y señales bioquímicas, tu oído convierte las vibraciones del aire en una señal eléctrica que viaja a través del sistema nervioso hasta el cerebro, donde se percibe como sonido.
Este proceso se puede desglosar en varias etapas, en las que el oído no solo actúa como un receptor pasivo, sino como un sistema altamente eficiente de transformación de energía, consiguiendo que las ondas acústicas se tornen electricidad.

El oído externo recoge las ondas sonoras, donde una membrana tensada como la de un tambor, el tímpano, vibra con ellas y así mueve unos huesecillos minúsculos llamados martillo, yunque y estribo que lo transmiten hasta la cóclea (oído interno) donde mueven un líquido contenido, haciendo “bailar” a miles de “pelitos” celulares a su son, que transforman esas vibraciones en impulsos eléctricos.
Estos viajan por el nervio auditivo hasta el tronco cerebral y la corteza auditiva, donde se interpretan y se transforman en palabras, melodías o señales de alerta. Me parece fascinante cómo una vibración puede acabar siendo electricidad, y luego, sonidos con sentido.
Cuando este circuito funciona, podemos entender una conversación, disfrutar de la música o reaccionar a un claxon en la calle. Creíamos que cuando una persona pierde audición, pues simplemente deja de oír, de escuchar. Pero la consecuencia es mucho más profunda.
Cuando la audición falla, el cerebro recibe una señal incompleta y tiene que “rellenar huecos” con un gran esfuerzo cognitivo, generando consecuencias directas como una menor capacidad para la memoria, la atención y otras funciones mentales.
Hasta ahora no lo sabíamos, pero muchos estudios han encontrado que la pérdida auditiva precede a enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o la demencia. Pero antes de llegar a ello, una pérdida auditiva dificulta e incluso rompe nuestra vida social.
El papel de la audición en nuestra vida social y emocional.
El oído no es solo fisiología, es también psicología, comunicación y conexión humana. Gracias a la audición participamos en conversaciones, nos emocionamos con una canción, compartimos risas en una cena familiar o nos consolamos con la voz de un ser querido.
La pérdida auditiva rompe poco a poco esos vínculos. Cuando no entendemos, dejamos de participar, nos retraemos y terminamos aislándonos. Y el aislamiento social es mucho más que una consecuencia molesta: es un factor de riesgo probado para depresión, deterioro cognitivo y demencia. Sentirse desconectado del mundo es, en esencia, un golpe para un cerebro que necesita estímulos sociales para mantenerse activo.

Audición y demencia. Lo que nos dice la ciencia.
Entendemos como demencia el síndrome que afecta a las capacidades cognitivas de una persona, siendo sus formas más comunes la enfermedad de Alzheimer y la demencia vascular, como vimos aquí. Las causas son diversas, y en algunos casos, el tratamiento o la intervención temprana pueden ralentizar o mitigar el progreso. La conexión entre pérdida auditiva y deterioro cognitivo es uno de los descubrimientos más relevantes de la última década.

El proceso es multifactorial y bidireccional. La pérdida auditiva y la demencia no solo se asocian entre sí, sino que se retroalimentan a través de varios mecanismos. Por un lado, comparten posibles causas comunes, como la enfermedad microvascular o procesos neuropatológicos aún desconocidos, que pueden predisponer a ambas.
Por otro, la pérdida auditiva puede favorecer la aparición o el empeoramiento de la demencia al generar aislamiento social, agotar la reserva cognitiva y provocar cambios estructurales en el cerebro. El resultado es un ciclo bidireccional en el que cada condición puede contribuir al desarrollo y progresión de la otra. La figura de arriba lo ilustra.
Un estudio publicado recientemente publicado en una revista importante concluye que hasta un 45% de los casos de demencia podrían prevenirse o retrasarse cuidando factores de riesgo modificables a lo largo de la vida. Entre ellos, la hipoacusia es uno de los más importantes.
Y de hecho, tenemos ensayos clínicos grandes y razonablemente bien hechos que han encontrado que tratar la pérdida auditiva en mayores de 70 años con riesgo elevado reduce en casi un 50% la velocidad del declive cognitivo a 3 años.
¿Qué es lo más eficaz hacer entonces para mantener un oído (y un cerebro) sano?
Pues mira, te cuento lo que más ha demostrado respetar tu salud auditiva.