#27. ¿Necesitas tomar magnesio? Vamos a verlo.
El suplemento de moda.
Te dicen que vivimos en una especie de epidemia de déficit de magnesio, pero…
¿Es marketing o es realidad?
Lo he estudiado, y te cuento lo que hay detrás,
Para que no te engañen.
¿Qué hace el magnesio?
Vamos a ver. El magnesio es el cuarto catión más abundante en nuestro cuerpo (después del sodio, el potasio y el calcio). Es un mineral esencial, clave en la salud humana, y además, particularmente, en la salud cardiovascular. Y es que conocemos más de 300 procesos enzimáticos celulares en nuestro cuerpo que dependen del magnesio.
Entre ellas, la producción de energía celular, la síntesis de proteínas, el mantenimiento del ADN y la contracción muscular, incluyendo la del corazón. También contribuye a regular el equilibrio iónico en las células, algo necesario, por ejemplo, para la transmisión de señales nerviosas.
¿Tenemos una epidemia de deficiencia de magnesio?
El tema es este. Seguro que has escuchado que tenemos una epidemia de déficit de magnesio. Algunos estudios estiman que entre el 2,5% y el 15% de la población general sufre una deficiencia de magnesio asintomática, pero posiblemente esto no está claro. De hecho, el mayor estudio de prevalencia, realizado con más de 16.000 personas, encontró una prevalencia del 14,5% en la población general. Pero curiosamente, los autores utilizaron una definición de hipomagnesemia de < 0,76 mmol/l y observaron que la prevalencia sería sólo del 2% si utilizaran un punto de corte más conservador de < 0,7 mmol/l.
El magnesio es un mineral particular.
Esto es importante. Resulta que el magnesio se distribuye de forma algo especial por el cuerpo. La mayoría, un 60%, está en los huesos. El 30%, en los músculos, el 9% en otros órganos y tejidos blandos y solo el 1% está en la sangre. Y claro, esto implica cosas importantes. Y es que es bastante probable que este 1% que tenemos en sangre, que al fin y al cabo es lo que podemos medir en una analítica, no refleje de manera fidedigna y precisa los niveles totales de magnesio en el cuerpo, ya que solo un pequeño porcentaje está presente en el suero.
Sabemos que los niveles de magnesio en sangre son estrechamente regulados por el intestino y el riñón y se mantienen normales incluso cuando los niveles corporales generales son bajos o consumes poco magnesio. Y es que tu cuerpo tiene recursos más que suficientes para suplir una deficiencia de magnesio… y almacenes grandes en hueso. De hecho, sabemos que ante una carencia de magnesio en sangre, el cuerpo fuerza un recambio del mineral desde el hueso.
Por lo tanto, no tenemos claro que unos niveles determinados de magnesio en sangre -fuera de aquellos que reflejan una hipomagnesemia severa- informen bien de si existe o no una deficiencia
Consumimos cada vez menos magnesio
Ahora bien. Sí que parece cierto que en las últimas décadas el consumo de magnesio ha disminuido significativamente debido a cambios en la dieta y a que los alimentos procesados y sobre todo, los ultraprocesados, contienen menos magnesio. Además, nuestro suelo agrícola actual parece tener una menor proporción de magnesio que en décadas pasadas.
Pero claro, esto no significa necesariamente que todos suframos de una deficiencia clínica de magnesio. Aunque estudios sugieren que una gran parte de la población no alcanza la ingesta diaria recomendada de magnesio (para adultos, unos 300-400 mg al día), la deficiencia severa sigue siendo rara. La hipomagnesemia severa, por cierto, es una entidad clínica de sobra conocida, que se manifiesta con debilidad muscular importante, calambres, tetania e incluso con arritmias potencialmente mortales.
Entonces… ¿Por qué tendría sentido pensar que tenemos deficiencia de magnesio?
Además de porque nuestros alimentos contienen menos magnesio, diversos factores pueden afectar la absorción y disponibilidad de magnesio, como por ejemplo enfermedades crónicas que hoy son más prevalentes como la diabetes, patologías gastrointestinales, el uso prolongado de ciertos medicamentos como los inhibidores de la bomba de protones (omeprazol), el abuso de alcohol o el estrés crónico. Estos factores pueden disminuir la absorción de magnesio o aumentar su excreción, lo que sí que podría contribuir a una deficiencia subclínica que podría tener efectos adversos a largo plazo.
No obstante, el problema sigue siendo que no tenemos datos para afirmar que el nivel de magnesio en una analítica refleje una deficiencia clínicamente importante. Siguiendo con este argumento, parece sensato preguntarse: “entonces, ¿si una persona sana, sin hipomagnesemia severa, consume magnesio, obtiene beneficio?”
Por supuesto, tenemos estudios de esto.